Cuando una persona critica sobre algo, habla, acusa, saca un
tema delicado echando culpas a otros, o similar
y lo hace de una manera pública y notoria o mediante medios de gran
repercusión mediática, hay que dar por
sentado que en el 99 por ciento de los casos lo que dice hay que aplicárselo a
él mismo y está hablando de su persona. La única duda que puede haber es que
descubrirlo no está al alcance de cualquiera, requiere conocimiento e
investigación. La cuestión es que cuando algo se hace público y notorio ya no
entra en juego la objetividad, se está intentando manipular mediante
subjetividad. La traducción profunda y simplificada de los hechos vendría a
decir : Mirad lo malos que son los demás y lo bueno que soy yo.
Esto sólo tiene sentido hacerlo público cuando es mentira, ya
que si es verdad no te hace falta repercusión mediática ni convencer a nadie. Cuando
se es, se sabe, y no se necesita publicarlo.
Cuando eres el malo, necesitas convencer a todos de que los malos son
los demás, para poder vivir tranquilo con tu maldad, y poder justificarte ante
los demás.
Las personas buenas no ven las profundidades de la maldad,
porque no llegan a ellas. Las personas malas saben todos los intríngulis de la maldad
porque lo hacen ellos mismos y por eso
los ven en otras personas, o intentan que los vean los demás en otras personas
aun cuando sea mentira.
Una pequeña prueba de esto es que, en todos los casos en los
que se ha pillado a alguna persona haciendo algo malo, anteriormente había
hecho público esa misma acusación en otra persona, y así ellos quedaban de
buenos y los demás de malos.
En resumen los que acusan de algo malo públicamente a los
demás, son los peores.
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