viernes, 1 de mayo de 2009

PARA NADA

Descríbeme con palabras,
el primer beso de dos enamorados.

Descríbeme con palabras,
el sentimiento de plenitud, al escuchar una melodía.

Descríbeme con palabras,
la puesta de sol, desde lo alto de una montaña.

Descríbeme con palabras,
el sonido de un río, sentado desde su orilla.

Descríbeme con palabras,
el olor intenso de la primavera.

Descríbeme con palabras
la sensación de felicidad de un niño.

Descríbeme con palabras…
¿Quien puede?

¿Para que sirven las palabras?
Sencillamente, para nada.

PARRAFO CURIOSO de un libro



Diálogo entre un Bóers (holandés colonizador) Paúl, llamado “Flor de maíz”, por sus cabellos rubios, un pigmeo llamado Pao (Bushmen, hombre de los arbustos) y un niño blanco llamado Isa, adoptado por el pueblo pigmeo, durante la conquista de Sudáfrica, por los holandeses.

Isa- Pao, este es Flor de Maíz, mi amigo.

Pao- Se que eres valiente y audaz.
Flor de Maíz- No tanto como Pao, contestó Paúl
P- ¿Que piensan ahora de mi pueblo, los blancos?

Flor de maíz, pensativo, tardó algo en contestar; luego dijo:

F- Quizá no debiera decírtelo, pero me lo has preguntado. Dicen que sois un pueblo que sólo sabe tumbarse a tomar el sol después de haber comido hasta que se les hincha el vientre. Eso siempre que consigáis encontrar con qué alimentaros.
P- ¿Algo más?
F- Si. Que en vuestras cabezas no puede haber pensamientos porque vuestros cerebros se detuvieron en el principio de los tiempos. En resumen, sois una raza inferior.

Isa saltó:

I- El pueblo blanco no conoce al pequeño pueblo, por eso habla de esa forma. Son mejores que los blancos, que los Swazi, (una raza negra de África), que todos. Flor de Maíz, no quiero que sigas. Di otra palabra y olvidaré que eres mi amigo.
P- No, dijo Pao sonriendo. Que hable el hombre blanco.
F- No quería ofenderte, Pao. Si mis palabras te han molestado, te ruego que me perdones. Pero tú querías saber la verdad, ¿no es cierto?
P- Conocía ya tus palabras Solo me duelen por un motivo: por que en parte son ciertas. Isa, yo sabía ya lo que dicen los blancos.
I- ¿Por qué entonces quisiste que fuese a vivir con ellos?-
P- Porque son de tu raza. Y me alegro que seas amigo de este hombre que no miente. Viviendo con los tuyos podrás hacer algo por nosotros. Y será una batalla grande y noble Isa. Podrás hacerle comprender a tu pueblo, que todos somos iguales, para que no exista ni desprecio, ni odio. Porque aunque el color de la piel y el corte de los ojos y la estatura sean diferentes, tenemos un corazón que es igual. Nosotros no somos ni inferiores, ni mejores que los demás, blancos o negros que sean. Lo mismo que los demás no son ni inferiores ni mejores que nosotros. Unos han sabido adelantar más, otros menos. Unos luchan con el fusil, otros con el arco; unos viven en chozas de piedra, otros entre los arbustos. Pero para el Gran Padre todos somos iguales.
F- Ahora comprendo por qué tu pueblo te ha elegido como jefe. Ni siquiera entre los blancos hubiese podido encontrar un sabio como tú.
P- Eres muy amable al decir esto.
F- No soy amable. Soy justo. Ésta es la verdad.
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I-Flor de Maíz, ¿Por qué huís ante los que vosotros llamáis ingleses? -¿Son de otro color?
F-Son blancos, blancos como tú y yo. Pero hablan otro idioma.
I- Si son blancos no son de otro pueblo.
F- Es otra tribu.

Flor de Maíz intentó explicar lo mejor que supo el espinoso asunto. Pero Isa no se convencía. Entonces Pao intervino:

P- Escucha Isa. ¿Pueden pacer cien búfalos en el pequeño espacio que puede cubrir la sombra de un árbol? No, por eso buscan más pastos. Mas en estos pastos, sólo hay un búfalo. Pero tiene mil cuernos y mil patas. Todos los búfalos que se le acercan son derrotados y expulsados. Entonces la manada debe ir en busca de nuevos pastos. Eso es lo que les sucede a Flor de Maíz y a los suyos. Mira, el hombre blanco hace muchas cosas, ha sabido hacer y seguirá haciendo muchas cosas. Pero ya no tiene corazón. Ya no sabe amar. Fíjate en nosotros, los hombres de los arbustos. No hemos hecho muchas cosas. Vivimos así, desnudos como los padres de nuestros padres. Nuestra única riqueza es el arco. En comparación con el hombre blanco nos falta todo. Muchas veces incluso la carne. Tendríamos que aprender del hombre blanco. Pero no queremos, porque no queremos perder el corazón. Somos más felices que ellos. Nosotros miramos hacia el Gran Padre y El nos ayuda. Ninguno de nosotros dejaría morir de hambre a un hermano mientras le quedara una sola raíz para repartir con él. Nadie lo expulsaría. Si hay un lugar, un solo lugar libre, el hermano llama al hermano. El hombre blanco ya no hace eso. Ha perdido su alma. Y en su lugar ha puesto piedras que brillan y fusiles que matan. Y paga con piedras a sus hermanos para convertirlos en esclavos, y con los fusiles mata a los que no se quieren dejar comprar. El hombre blanco tendría que acercarse a nosotros y nosotros deberíamos acercarnos a él. Sólo así, quizás, ambos podríamos mejorar.

Flor de Maíz inclino la cabeza.

F- Así es; eres realmente un sabio, Pao. Nuestro pueblo necesita personas como tú.
P- No; tu pueblo sólo necesita una cosa. Necesita volver a tener confianza es su hermano y a amarle; necesita volver a encontrar su alma.