Cuando pensamos en alguien, siempre
pensamos en su última edad. Parece que sólo es real el último
momento de su vida. Si esa persona ha muerto de mayor, cuando
pensamos en ella, pensamos que era un anciano. Pero pensándolo mejor
, todos los momentos de su existencia son igual de válidos, de
reales y verídicos para recordarla, y no sólo eso si no que,
quizás sean mejores para nuestro recuerdo, otros como de su
juventud, niñez, o madurez. Ademas la gran mayoría de los mayores,
no se ven en esa edad, suelen soñar que son jóvenes y que hacen
cosas de jóvenes que ahora no pueden hacer. En sus sueños sus
cuerpos de ancianos no existen. En su última realidad, solo tienen
el cuerpo de anciano. Su mente sigue inmutable. Su mente no tiene
edad. Están atrapados en esos cuerpos y no pueden salir.
Es mejor
recordar a las personas en su mejor momento. Como decía Grahanm
Greene: "En el fondo de nosotros mismos siempre tenemos la misma edad".
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